En su avance en responsabilidad social, cada organización identifica los aspectos sobre los que actuar de acuerdo con lo que esperan los diferentes grupos de interés. A este trabajo lo conocemos como estudio de materialidad. Para cada parte interesada resultan relevantes algunas cuestiones y una de las cuestiones clave de un buen diagnóstico y la subsecuente planificación es establecer no sólo el inventario de asuntos sobre los que actuar, sino también el nivel de importancia de los mismos, que determinará un orden de prioridad en ese plan.
Resulta relativamente sencillo conocer los asuntos que revisten mayor trascendencia para los principales grupos de interés. Podemos tener la certeza, incluso antes de abrir el proceso de participación, de que para la plantilla es un asunto relevante el mantenimiento de unas condiciones de trabajo saludables o que para este mismo grupo es esencial mejorar la estabilidad en el empleo o las políticas de igualdad. De la misma forma, para los accionistas será también prioritario que el desempeño económico de la entidad esté apoyado en prácticas de buen gobierno corporativo y existan mecanismos que permitan, de manera sistemática, un estricto control y vigilancia sobre posibles prácticas fraudulentas o de corrupción por parte del equipo directivo.
Incorporar otras perspectivas más allá de estos grupos es, sin embargo, igualmente imprescindible. De poco sirve llevar a cabo una excelente gestión del capital humano o de los aspectos contables o financieros si se cierne sobre la actividad un cambio disruptivo que no hemos contemplado y amenaza con puede poner patas arriba la dinámica de la entidad o comprometer, incluso, su supervivencia. Igualmente, existen oportunidades en sostenibilidad que podemos pasar por alto si tenemos la mirada corta. Es por tanto imprescindible abrir el foco y contemplar desafíos que residen más allá de las cuatro paredes de la organización y del entorno local en el que la entidad se desenvuelve cotidianamente.
Los retos de futuro de la responsabilidad social son diferentes para cada organización, en función de su contexto sectorial, su propio nivel de desarrollo o el marco territorial en el que desarrolla su actividad. Es importante, en todo caso, analizar con detenimiento la información a nuestro alcance para alinear adecuadamente nuestra estrategia de sostenibilidad. Algunas buenas prácticas en ese acopio de conocimiento pueden ser las siguientes:
•Estar al día sobre tendencias en responsabilidad social. Indudablemente, no se trata de apuntarse constantemente a la “última moda”, lo que convertiría en errático y poco creíble nuestro relato, sino de anticiparnos a cuestiones que en este momento no están generalizadas, pero el medio plazo previsiblemente tenderán a hacerlo. Hace apenas una década el teletrabajo era contemplado como una suerte de excentricidad por parte de algunas multinacionales tecnológicas. Hoy son pocas las organizaciones que no tengan esa modalidad de trabajo implantada, aunque sea de manera experimental o temporal. Para tener conocimiento sobre las innovaciones que las entidades más avanzadas están poniendo en marcha o acerca de los puntos de vista de expertos en la materia, podemos recurrir a diferentes recursos. El abanico de fuentes es de lo más diverso. En la cúspide encontramos la investigación científica. Miles de autores de todo el mundo publican sus avances en revistas académicas que, en muchas ocasiones, podemos consultar en línea y de forma gratuita. Más sencillo resulta acudir a congresos de responsabilidad social en los que se comparte esta información. En la actualidad estos congresos suelen contemplar la asistencia telemática, que evitan desplazamientos y sus costes asociados. También podemos encontrar información útil en webs (como la nuestra) o en publicaciones periódicas, sobre todo digitales.
•Otro recurso imprescindible a la hora de identificar tendencias, retos y oportunidades es acudir a las organizaciones sectoriales y/o territoriales. El asociacionismo suele ser un canal preferente para conocer lo que entidades análogas a la nuestra están llevando a cabo o para compartir inquietudes y puntos de vista. Problemas comunes suelen necesitar respuestas comunes.
•Indispensable también es no perder de vista lo que anuncian organismos internacionales de prestigio. Recientemente el panel del cambio climático de la ONU ha emitido su informe en el que expone con crudeza la magnitud del desafío al que nos enfrentamos. Difícilmente podemos trazar un plan de responsabilidad social que no contemple acciones orientadas a minimizar el impacto de nuestra actividad en el clima, aunque nuestros grupos de interés primarios no lo consideren demasiado relevante. El marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible sería otra referencia ineludible.
•Estudios e informes. Es otra fuente a la que podemos recurrir. Es habitual la publicación de encuestas, paneles de expertos o trabajos de investigación que aportan valiosa información sobre los puntos de vista de los consumidores, riesgos y oportunidades de carácter general, sectorial o territorial o incluso análisis temáticos sobre aspectos que pueden ser de nuestro interés.
Con todas las claves sobre la mesa (sólo la información que aporte valor y sin caer en la sobreinformación) haremos nuestra lectura comprensiva, trasladaremos los grandes principios, las verdades universales y los problemas globales a nuestro ámbito de actuación para poder identificar qué podemos y qué debemos hacer al respecto. Recordad, una sola organización no va a frenar el cambio climático, pero sí está en nuestras manos lograr que nuestra actividad tenga un impacto neutro sobre el clima –o al menos que avancemos hacia esa meta-.
En definitiva, estamos ante un entorno cambiante, el mundo evoluciona por derroteros que es necesario que conocer y las organizaciones líderes ponen su esfuerzo en trasladar a la acción las expectativas depositadas sobre ellas. La anticipación nos enlaza mejor con el mundo que nos rodea y ello reporta importantes ventajas. Aunque formemos parte de una organización modesta hemos de ser capaces de encontrar esos vínculos y de fortalecer nuestro compromiso.