Resulta evidente que una organización que no se preocupe por contar con un modelo de gobernanza asentado en valores éticos y con un alto grado de transparencia difícilmente podrá llevar a cabo una política de responsabilidad social exitosa y coherente.
También parece obvio -no hace falta más que pasearse por las web corporativas de la mayoría de las empresas y otras entidades- que todo aquello que esté relacionado con el compromiso social o la defensa de la naturaleza tiene mucha mayor relevancia en términos de comunicación. Tanto quienes ofrecen información (organizaciones y empresas) como quienes la reciben (grupos de interés) parecen haber convenido que lo verdaderamente esencial es atender las expectativas en materia de derechos humanos o laborales de la plantilla y públicos externos y contribuir a mejorar la salud del planeta -o al menos no destacar en la contribución a su deterioro-.
Cómo se gestiona la organización, cuál es el proceso de toma de decisiones, cómo se evitan los comportamientos poco éticos por parte de personas o que pueden incluso estar arraigados en la propia cultura corporativa no parecen trascender con la misma facilidad ni despertar el mismo interés y empatía que la última jornada de voluntariado en la que directivos y empleados han compartido legón y azada para reforestar el otero aledaño a la factoría.
Sin embargo, gestionar la ética y transparencia en la organización constituye un asunto medular, una pieza clave en el engranaje de la responsabilidad social de nuestra entidad. Asistir a la ética con instrumentos de apoyo e implementación permite establecer una sólida coherencia entre los valores y principios manifestados como propios por la entidad y su puesta en práctica en su desempeño y dinámica cotidiana. Por otro lado, atender la transparencia como asunto esencial contribuye a crear un sistema de gobernanza abierto y participado, conforme indican los principios de la responsabilidad social.
La panoplia de herramientas al servicio de la ética en las organizaciones es amplia. En la parte de aterrizar los principios y valores y velar por su cumplimiento, las empresas y entidades avanzadas cuentan con completos códigos éticos, exhaustivos sistemas de compliance, políticas anticorrupción y sobre derechos humanos, códigos de buen gobierno para sus consejos de administración o manuales operativos que recogen las prácticas a seguir en cada circunstancia. En la parte de la rendición de cuentas, estas organizaciones lucen en sus webs corporativas memorias de sostenibilidad o estados de información no financiera con diseños atractivos, gráficos e infografías a la última, toda la colección de indicadores recomendada por los organismos nacionales e internacionales sobre su desempeño económico, social, ambiental, además de las claves de su sistema de gobernanza.
Para una pequeña organización este despliegue de recursos técnicos, humanos y también económicos excede sensiblemente la capacidad disponible. Pero eso no significa que sea necesario renunciar a contar con un sistema ético perfectamente funcional y eficaz. Al igual que en nuestra pequeña mercería no tendremos capacidad de poner en marcha una cátedra institucional sobre comercio justo -por mucho que estemos comprometidos con esa causa-, pero sí podemos pedir a nuestros proveedores información sobre la procedencia y prácticas laborales que hay detrás de los productos que comercializamos para así escoger aquellos compatibles con nuestros principios, también podemos poner en marcha acciones sobre ética, transparencia o buen gobierno que se adecúen a nuestra realidad.
Algunas herramientas que pueden ponerse en marcha de una manera sencilla son las siguientes:
- Redacta un código ético. No es excusa que se trate de una micropyme. Cada entidad, por pequeña que sea, se caracteriza por unos valores que guían su día a día. Todos sabemos dónde está para nosotros el límite de lo admisible, lo tolerable y qué es lo correcto ante determinadas situaciones. Recuerda que no es necesario contar con el código ético más completo en su primera versión. Puedes comenzar por las cuestiones más importantes e ir mejorando el documento con el paso del tiempo en sucesivas revisiones. En todo caso, un código ético debe contener algunos elementos indispensables que dan sentido a esta herramienta: en primer lugar, debe explicitar los valores éticos de la entidad, que se relacionan con los impactos que se espera ocasionar en la sociedad y el entorno. En segundo término, en coherencia con esos valores, se deben recoger las conductas esperadas por parte de las personas que forman parte de la organización y las conductas inadmisibles. El tercer paso será fijar la forma en la que se evalúan esas conductas, es decir, los mecanismos a través de los cuáles vigilaremos las desviaciones respecto a lo establecido y por último, el sistema sancionador, que determinará qué sucede ante un incumplimiento. Junto al código ético, puedes desarrollar una política de lucha contra la corrupción.
- Manifiesta y afianza tu respeto por los derechos humanos. Puede parecer una obviedad que en tu entidad exista un rechazo a cualquier forma de abuso, al trabajo infantil o a la discriminación a cualquier colectivo o grupo. Sin embargo, aun en entornos democráticos y países avanzados como el nuestro existen violaciones de los derechos humanos más o menos visibles. Reflexionar sobre esta cuestión es en sí un ejercicio valioso. No parece razonable lucir un lazo a favor de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres sin tener la certeza de que en nuestra cadena de suministro no existen proveedores de dudoso comportamiento en este mismo asunto. Merece la pena expresar el compromiso con los derechos humanos a través de una política pública al tiempo que analizamos si nuestro proceso productivo es conforme con ello. Al igual que en el caso anterior, lo importante es comenzar a andar. Si el proceso nos ha servido para darnos cuenta de que podemos, sin saberlo o de forma tangencial, formar parte de una cadena con la que no nos sentimos identificados, ya habremos avanzado mucho.
- En materia de transparencia, elaborar una memoria de responsabilidad social puede ser un ejercicio interesante. La opción esencial de Global Reporting Initiative es suficiente para pequeñas organizaciones y también puede ser una alternativa sumarse a la red de Pacto Mundial, que cuenta con herramientas que facilitan la tarea.