Los cambios en el clima que se están produciendo consecuencia de la actividad humana y que conocemos como cambio climático, alteran negativamente las condiciones de vida en el planeta para los ecosistemas y también para el ser humano. La pérdida de biodiversidad es una de las consecuencias de esta transformación de base antrópica, pero existen muchos otros efectos que ponen en serio riesgo, además, la forma de vida a la que estamos acostumbrados y tensiona la disponibilidad de recursos esenciales como la energía o el agua y en consecuencia la producción de alimentos y las actividades productivas de todo tipo.
El rasgo más reconocible del cambio en el clima es el incremento en las temperaturas medias a escala planetaria, pero existen regiones de mayor vulnerabilidad, donde estos cambios producen efectos más negativos. Pero, además, junto al incremento de temperaturas medias, se agudizan fenómenos climáticos extremos ya conocidos, tales como sequías, precipitaciones de fuerte intensidad horaria o temporales. Estos y otros episodios extraordinarios se hacen más frecuentes y aumentan sus devastadores efectos como estamos ya pudiendo comprobar empíricamente.
El ámbito científico, de una manera prácticamente unánime, viene alertando sobre este cambio en el clima desde tiempo atrás y los organismos internacionales han puesto en la agenda este problema otorgándole una prioridad creciente hasta el momento actual en el que se califica como emergencia climática. No hay tiempo que perder.
La Conferencia sobre el Clima de París (COP21) de 2015 supuso el primer acuerdo universal y con carácter vinculante sobre el cambio climático. El conocido como Acuerdo de París dirige su hoja de ruta a limitar el calentamiento global y situarlo en 1,5 °C. Es un reto difícil de alcanzar, pero se concluye que llegar a los 2 °C sería catastrófico. Para ello, se trazaron objetivos nacionales. En el marco de la UE, el objetivo de reducción se cifró en un 40% sus emisiones de GEI para el horizonte de 2030. Desde entonces el camino no está resultando fácil. En la COP26 de Glasgow, celebrada a finales de 2021 se revitaliza el compromiso y se amplían los objetivos. Los países asumen que para 2030 hay que reducir emisiones de CO2 un 45%, por lo que hay que revisar los compromisos nacionales. Se acuerda también la reducción de un 30% de las emisiones de metano y algunas medidas conocidas como el fin del coche de combustión desde 2035, entre otras.
La consecución de estos objetivos no se puede lograr sin la colaboración de todas y cada una de las administraciones, pero también empresas, instituciones y ciudadanía. Cada gramo de CO2, cada gramo de metano que no va a la atmósfera es un pequeño paso que permite avanzar.
La acción climática por parte de las entidades responsables puede responder a diferentes modelos e intensidades, pero siempre debe responder a una metodología orientada a la solución de problema y enmarcada en un proceso de planificación.
PROCESO DE ABORDAJE DE LA ACCIÓN CLIMÁTICA

Fuente: adaptado de Cero emisiones netas. Las empresas en España ante el reto de la descarbonización (Forética, 2021)[1]
En esta primera entrega analizaremos el proceso de integración del riesgo climático. En los siguientes dos números de la revista nos detendremos en ejemplos de acciones frente al cambio climático desde pymes y organizaciones de mayor tamaño que pueden ser replicables y valiosas.
El primer paso para la acción climática es la asunción del compromiso, tanto en el ámbito interno de la organización, como de cara a los grupos de interés externos. Este compromiso ha de ser público, a partir de una decisión de los órganos de gobierno, y plasmarse en la estrategia de la entidad, que contendrá además los objetivos a alcanzar y las responsabilidades, es decir, qué parte de la estructura de la entidad será la encargada de llevar a cabo el plan y conseguir llegar a las metas previstas.
El segundo paso es el de la puesta en marcha de las acciones necesarias para hacer frente al desafío climático. No vamos a lograr frenar el cambio climático por nosotros mismos, pero sí vamos a cumplir con lo que se espera de nosotros. Las acciones a implementar giran en torno a cuatro ejes o tipologías complementarias entre sí. La medición de la huella de carbono marcará el punto de partida, nos dirá qué emisiones estamos generando con nuestra actividad. Existen varios niveles de medición, que van desde el alcance 1 al 3 -más adelante veremos en qué consiste cada uno de ellos-. Frente a este escenario 0, marcaremos la estrategia de inversión a seguir, que marcará el grado de relevancia que vamos a otorgar a la acción climática dentro del conjunto de la organización. A este respecto, podemos optar por mantener la esencia de nuestro modelo de negocio introduciendo cambios para mitigar el impacto del cambio climático o ser más ambiciosos y optar por una transformación del modelo para convertir la acción climática en un elemento esencial del producto o servicio ofrecido. Una u otra estrategia se desarrollará en forma de acciones para la descarbonización que tendrán que ver con la reducción de emisiones, generación de energía limpia, cambios en procesos, en maquinaria, transporte, política de proveedores, etc. Igualmente analizaremos el impacto del riesgo climático sobre nuestras finanzas, para prever escenarios de actuación y anticipar las medidas preventivas necesarias. Estos escenarios también pueden ofrecer oportunidades que pueden aprovecharse para un mejor posicionamiento.
El último paso (que debe simultanearse con el desarrollo del proceso a pesar de que aparezca en último lugar), tiene dos puntos de atención. El primero de ellos, el de conocer bien la regulación actual y futura para, en la medida de lo posible, anticiparse a los cambios y alinear las actuaciones empresariales con el marco normativo. El segundo, el de las alianzas, es decir, encontrar apoyo y colaboración para la acción climática entre las partes interesadas, como cadena de suministro o clientela, así como a través de acuerdos con otras organizaciones en iniciativas compartidas.
[1] https://foretica.org/wp-content/uploads/cero_emisiones_netas_empresas_espana_descarbonizacion.pdf