En los anteriores artículos de buenas prácticas relacionadas con el cambio climático hemos compartido herramientas metodológicas que pueden ser útiles para incorporar actuaciones frente al cambio climático en las organizaciones.
El abordaje del desafío climático para cualquier entidad debe hacerse combinando un doble enfoque. Por un lado, trazando un itinerario de mitigación, es decir, proyectando una transición hacia una actividad que no impacte negativamente sobre el clima, acabando definitivamente con la generación de emisiones de gases de efecto invernadero. La energía es la fuente principal de esas emisiones, pero también lo son el transporte o la distribución y el empleo de materias primas para cuya producción es necesario el uso de grandes cantidades de energía o combustibles fósiles.
El otro bloque de acciones a las que hay que hacer frente son las de adaptación. Es indudable que el horizonte climático pasa por un cambio que es inevitable en todos los escenarios posibles. Si la humanidad hiciera lo necesario para descarbonizar en el mínimo plazo posible su economía actividades, seguiría siendo inevitable una inercia climática que tardaría todavía décadas en frenar su calentamiento. Por ello, es imprescindible que cada organización ponga en marcha estrategias y acciones para lograr que el impacto de este cambio en su actividad sea el mínimo posible.
Para inspirar a aquellas entidades (empresas y otras organizaciones) de pequeño tamaño que han tomado la decisión de ponerse manos a la obra, compartimos a continuación algunas ideas y realidades que pueden tenerse en cuenta y de las que aprender. La Comunidad #PorElClima, una plataforma multiactor que desde 2016 fomenta la implementación del Acuerdo de París reúne anualmente buenas prácticas y las ordena en torno a cuatro categorías. Dos de ellas son las mencionadas anteriormente: mitigación y adaptación, pero también suman innovación (no debemos obviar que la lucha contra el cambio climático avanza más rápido si incorporamos soluciones creativas) y movilización, haciéndose eco del valor de la comunicación, las alianzas y el activismo en este objetivo.
Mitigación
Las acciones de mitigación se dirigen, naturalmente, a la reducción hasta su desaparición final de las emisiones generadas por la entidad, tanto en su proceso productivo como a través de su cadena de aprovisionamiento y distribución. Es importante considerar que a la hora de reducir emisiones no debemos ceñirnos únicamente al consumo energético sino que es importante atender también a las emisiones que proceden de las materias primas utilizadas. Igualmente caben acciones de compensación que contribuyen a un balance neutro de emisiones. Por ello, podemos seguir algunos ejemplos que se refieren en la recopilación de buenas prácticas antes mencionada:
- Abile Corporate Events, una pyme catalana dedicada a la organización de eventos, que permite calcular la huella de carbono prevista para cada reunión o congreso gracias a una calculadora de CO2 que ofrece en su web. Una vez realizado el cálculo, se programa la reducción a través de diferentes prácticas sostenibles. Las emisiones que no pueden eliminarse se compensan mediante acciones de reforestación o por compra de certificados oficiales de CO2.
- La pyme gallega Eleko, dedicada a la distribución de material eléctrico, reduce sus emisiones reutilizando los embalajes de cartón y materiales de protección plásticos en los que recibe sus mercancías de sus proveedores. Logran un 98% de reutilización que evitan el empleo de nuevos materiales y las emisiones necesarias para su fabricación.
Adaptación
Las estrategias de adaptación se centran en hacer frente a lo inevitable, en conseguir incrementar la resiliencia ante un escenario climático que plantea la necesidad de reconsiderar la relación de las actividades con el medio y alcanzar nuevos equilibrios. Algunos ejemplos pueden ofrecer ideas y enfoques:
- La cadena hotelera Iberostar plantea un movimiento bajo la denominación Wave of Change para consolidar y conectar los programas que desarrolla para promover la salud de los ecosistemas. El proyecto trata de proteger el valor de los ecosistemas marinos y costeros frente al cambio climático a través de cuatro objetivos:
- Implemetar de programas de protección y restauración de ecosistemas, compensando al menos el 75% del CO₂ emitido por las operaciones globales de Iberostar para 2030.
- Mejorar el tratamiento de aguas residuales en las instalaciones de Iberostar para el 2030, a través de la filtración de nutrientes entre un 10-80% a partir de una línea base de datos en el 2020.
- Curar los destinos seleccionados en los que la compañía tiene operaciones, añadiendo al menos un 25% más de espacio verde (vegetación), de modo que compense la huella de carbono generada por las operaciones de Iberostar.
- Generar una sólida actividad de divulgación para que los clientes, empleados y aliados se sumen al compromiso con la salud costera del movimiento Wave of Change.
- Uno de los efectos esperados del cambio climático es la proliferación de especies invasoras que son una amenaza para la biodiversidad, la salud e incluso la economía. La consultora ambiental Basoinsa ha puesto en marcha el proyecto EEIKO, una plataforma de crowdsourcing dirigida al control de especies exóticas invasoras de plantas, animales, hongos o microorganismos. La irrupción de estas especies está en aumento y es necesario disponer de una herramienta que permita trabajar sin fronteras y de manera conjunta y simultanea entre países o regiones limítrofes. EEIKO es una herramienta web de fácil uso, permite trabajar de manera coordinada, tener datos continuamente actualizados y compartirlos, establecer sistemas de alertas y diseñar, también de manera coordinada medidas que protejan la biodiversidad local.
Se trata, en definitiva, de analizar el riesgo climático para la organización, tanto para calibrar la contribución de la entidad al calentamiento global como para conocer el impacto que sus efectos tienen sobre la actividad. En relación con ello, se habrán de promover medidas que reduzcan la producción de gases de efecto invernadero y otras encaminadas a favorecer una adaptación a la nueva realidad climática. En ambos casos, más allá de la responsabilidad, existen oportunidades de negocio y espacio para la innovación con impacto positivo sobre la sociedad y el medio ambiente.