Son grandes los desafíos e incertidumbres a los que nos enfrentamos hoy en día. La pandemia de covid-19 ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad ante nuevas enfermedades hasta ahora desconocidas. El cambio climático cada vez se hace más evidente poniendo en riesgo nuestra salud y bienestar. La guerra en Ucrania ha desestabilizado el panorama político internacional y está afectando a las economías familiares de nuestra región. ¿Estamos preparados para afrontar las adversidades?
Para responder a esta pregunta tendríamos que analizar si nuestras ciudades son o no resilientes. La resiliencia es la capacidad de gestionar los cambios a través de procesos de adaptación y transformación. Una ciudad es resiliente cuando puede mantener y recuperar rápidamente sus funciones más esenciales. A su vez debe ser capaz de transformarse para prepararse o reaccionar ante futuros cambios.
Resiliencia y sostenibilidad deben ir unidos de la mano. Así está reconocido en la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, aprobada por las Naciones Unidas en 2015. Este documento constituye el compromiso alcanzado a nivel internacional para luchar contra la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas de las personas en todo el mundo. En él se definen los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que incluyen cuestiones como la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, la lucha contra el cambio climático o el diseño de nuestras ciudades. A esta última cuestión se refiere el ODS 11 “Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.
A la hora de diseñar estrategias de resiliencia urbana hay que tener en cuenta diversas premisas: ¿para quién las diseñamos? ¿Qué parte de la ciudad queremos que sea resiliente y a qué tipo de adversidad? ¿Queremos que sea resiliente a corto plazo, o también a medio y largo plazo? Dependiendo de cómo respondamos a estas preguntas fomentaremos la equidad entre las personas o incrementaremos aún más las desigualdades sociales.
Si queremos fomentar la resiliencia urbana sin dejar a nadie atrás tenemos que diseñar estrategias de resiliencia que pongan el foco en las personas más vulnerables, que planifiquen a largo plazo y no solo para responder a las adversidades inmediatas, y que tengan en cuenta todo el sistema urbano. En este sentido, las ciudades se componen de cinco dimensiones urbanas y, todas ellas, tienen su papel en la resiliencia. Estas dimensiones son la sociocultural, la económica, la ecológica, la física y tecnológica y la gobernanza.
Por otro lado, también cabe preguntarnos en qué grado son resilientes nuestras ciudades, cómo pueden los gobiernos locales fomentar la resiliencia urbana y cómo podemos evaluar la resiliencia. Estas son algunas de las preguntas que tratamos de responder desde el Laboratorio de Socio-Ecosistemas de la Universidad Autónoma de Madrid, en el marco del proyecto de investigación “Hacia la consolidación de ciudades inclusivas, un desafío para Madrid”. Este proyecto está financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo. En él también participan el grupo de Investigación sobre Universidad y Sociedad de la UAM y el Laboratorio de Estudios Métricos de la Información de la Universidad Carlos III.
En esta línea, hemos construido un índice para evaluar la resiliencia ante cualquier adversidad de los municipios de más de 5.000 habitantes de la Comunidad de Madrid. Este índice incluye indicadores tanto de sostenibilidad como de equidad. De nada sirve que una ciudad sea capaz de mantener y recuperar su funcionamiento habitual o de transformarse para ser más resiliente ante la adversidad, si no trabaja para ser más sostenible o existen grandes desigualdades sociales.
Los resultados preliminares de este análisis los presentamos en un folleto divulgativo que hemos elaborado para que sirva de guía a los gobiernos locales en el diseño de estrategias de resiliencia urbana. En él explicamos qué es la resiliencia urbana, cómo se relacionada con la sostenibilidad y cuáles son las premisas que hay que tener en cuenta para construir ciudades resilientes favoreciendo a toda la ciudadanía por igual.
Esperamos que poco a poco el concepto de resiliencia vaya calando poco a poco y cada vez sean más los ayuntamientos que desarrollen estrategias de resiliencia que integren los principios de sostenibilidad y equidad.
Javier Benayas del Álamo. Catedrático de Ecologia. Facultad de Ciencias Universidad Autónoma de Madrid
Marta Suárez Casado. Departamento de Ecología. Facultad de Ciencias Universidad Autónoma de Madrid